Domingo 27 de setiembre, 3 de la tarde, nubes oscuras cubrieron el cielo de la zona urbana de Bambamarca. Todos esperábamos aguacero que suele caer en la temporada, esta vez un poco tarde porque siempre llueve en los días del mes de setiembre.
El aguacero inició con tormentas eléctricas, unos dos minutos de lluvia en seguida granizo normal, digo «normal» por el tamaño de granizo que siempre vemos caer por esta zona. La caída de granizo se detiene unos segundos, de pronto caen granizos 3 veces más grande de los «normales»; sentí caer en mi cuerpo varios de ellos porque a esa hora trataba de poner una canaleta para recibir el agua de parte del techo del templo adventista en Agomarca Alto. Esos granizos realmente causaban dolor, parecían piedras tiradas con jebe o huaraca que matan a las aves pequeñas. Esos granizos grandes cayó no más de 3 ó 4 minutos, lo suficiente para traerse abajo al techo ovalado del Complejo Deportivo «Las Canchitas», al techo del grass sintético «La Pampa» y los techos construidos a base de estructura metálica. Las calaminas transparentes han quedado como zarandas para pasar arena gruesa.
Algunas calles de la ciudad, en la parte plana, quedaron cubiertas por granizo hasta en un espesor que soportaba el paso de una camioneta. Al cierre de esta nota sé que hay varias chacras de papa, en la zona rural, que han sido cosechadas antes de madurar; es decir, el granizo las destruyó por completo.
Sólo 5 minutos de granizo para advertir a los bambamarquinos que son demasiado insensatos en sus construcciones y desarrollo urbano.